Un médico para cientos de migrantes | Migrantes víctimas de abuso sexual son atendidos en Bajo Chiquito al cruzar el Darién
Bajo Chiquito.- La atención médica en Bajo Chiquito, un poblado panameño que está a las afueras de la selva el Darién, no se da abastos para recibir a los migrantes que salen de su travesía ni a las mujeres que fueron abusadas sexualmente.
El doctor Ariel Garibaldo atiende en la diminuta clínica gubernamental de Bajo Chiquito, donde acompañado por una enfermera trabaja 15 días al mes desde hace más de dos años. Con una media de 200 pacientes diarios, apenas quedan medicamentos.
Este médico se enfrenta también a casos más graves, como fracturas, heridas y contusiones, además de violaciones. Solo el mes pasado tuvo seis casos de abusos sexuales ocurridos en la selva.
«Son amenazadas con armas de fuego y no les queda otra que acceder para no sufrir otro daño más grave», según le relatan las víctimas, que en ocasiones son «violadas por hasta cinco hombres».
«Algunas llegan en estado de shock, miedo, porque (…) creen que (el agresor) está en la comunidad, entonces evitan buscar atención médica o evitan decirle a alguien más lo sucedido», cuando necesitan píldoras para evitar el embarazo o medicamentos contra infecciones de transmisión sexual, como la sífilis o la gonorrea, relata.
El médico también aseguró que no solo las mujeres han sido víctimas de abuso sexual, sino hombres que atraviesan la selva. Además, asegura que se ha quedado sin medicamentos y que cuando esto ocurre debe solicitarlos para que los lleven desde la Ciudad de Panamá.
«Ahorita necesito mucho porque el flujo ha aumentado en estos últimos días y más porque hubo una retención y se nos acumularon más de 3.000 migrantes, que reconsultaban. Me he quedado sin medicamentos para lo más frecuente: dolor, inflamación, resfriado», explica a EFE el doctor, a la espera de un nuevo cargamento.
Caída la noche, en el poblado, los migrantes hablan entre ellos en pequeños grupos. Un venezolano afirma que han violado a varias hermanas adolescentes a las que conoce, pero su familia rechaza ir a la clínica o denunciarlo. No quieren que se sepa, que sean estigmatizadas.
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